Scilipoti & fernández

Tenía un problema bastante complicado con un contrato y ya venía mareado de tantas idas y vueltas. No sabía si lo que me ofrecían era justo ni qué podía reclamar. En S&F se tomaron el tiempo de leer todo, explicarme tranquilo cuáles eran mis opciones y qué era lo más conveniente para mí.
Armamos una estrategia clara, me acompañaron a cada reunión y se encargaron de hablar ellos cuando la cosa se ponía tensa. Siempre me tuvieron al tanto de cómo venía el tema y qué se hacía en cada paso. Sentís que no te largan solo en ningún momento. Los recomiendo sin dudar.

Tuve un problema serio con una propiedad que alquilaba y la inmobiliaria me quería cargar cosas que no correspondían. Me pedían firmas raras, plazos imposibles y hasta me amenazaron con iniciarme acciones si no aceptaba. Yo ya estaba perdido y con miedo de terminar pagando de más.

En S&F revisaron todo el contrato, buscaron mis comprobantes, mensajes y comunicaciones, y me explicaron punto por punto qué era válido y qué no. Me dijeron qué no firmar, qué guardar y cómo responder para no meter la pata.

Presentaron las notas que había que presentar, frenaron los apuros de la otra parte y ordenaron el tema. Al final logramos un acuerdo justo, sin cargos inventados y con la devolución completa del depósito.

Me acompañaron en cada reunión, estuvieron en cada llamada y controlaron que cumplan los plazos. No te dejan solo nunca.

Me estaba separando después de muchos años y el tema de los bienes era un lío: un departamento, un auto y ahorros mezclados, pero nada estaba del todo claro. Me decían que firme “para cerrar rápido” y que después se veía el resto. Yo no sabía qué me correspondía ni qué podía negociar.

En S&F me pidieron todo: escrituras, resúmenes bancarios, mensajes y comprobantes. Ordenaron la información, hicieron los cálculos y me explicaron con paciencia qué parte me correspondía por ley y qué cosas convenía no ceder.

Llegamos a la mediación con los números cerrados y cada punto pensado. Negociaron firme pero con respeto, y terminamos acordando una división de bienes justa, con plazos y formas de pago bien detalladas. Lo mejor fue que dejaron todo por escrito en el convenio, sin frases ambiguas ni “después vemos”.

Sentí que en un momento muy sensible no me dejaron sola ni un segundo. Los volvería a elegir.